Llegó el primer frente frío…


...y La Habana luce como otra ciudad, menos caribeña. Hay viento y las copas de los árboles no paran de moverse, caen algunas tímidas hojitas amarillas, que se ven tan lindas en las pocas calles que quedan empedradas en el barrio del Vedado, que brillan más, bajo la fina humedad de la lloviznita que cae.






El colorido que normalmente cubre la ciudad, se ha tornado un poco gris...sólo un poco, pero suficiente para el cubano, que no espera que la temperatura baje, al menos de 25 grados, para colocarse cuanta ropa invernal bonita, tenga guardada. Seguramente alguien se la ha mandado  de "afuera" o algún familiar o amigo de visita en la ciudad, se la ha dejado de regalo. Probablemente no sea de su talla, su color preferido, de su estilo o marca (si, porque a pesar del bloqueo y de “todo”, el cubano tiene sus preferencias de marcas) pero es lo que hay y "hay que aprovechar este friecito para lucirlo".

Las mujeres se maquillan un poco más y nos vemos  más limpios, como acabaditos de duchar. Salen a relucir bufandas antiguas, sombreros de lana, panties que "hacen lucir las piernas tan lindas". El sobretodo de cuando la Unión Soviética, las botas de cañero, que eran de un tío de un socio, que un día se quedó a dormir en la casa…

...pero siempre nos falta un atuendo, algo con qué combinar. Entonces, comienza  el verdadero desfile del Carnaval de La Habana. Combinaciones que ni el propio Gabriel García Márquez pudiera imaginar.

"Tengo tremendo abrigo, pero me faltan los zapatos cerrados"."Me trajeron unas botas preciosas, pero no tengo pantalón largo...ni sayita corta, que me pudiera pegar". "Tengo un sombrero volao, pero no tengo ná pa abajo"! 

 …y si queremos “lucir”, no nos queda otra que pedir....

“¿Ay, mi prima, tú no tienes un pullover gris o negro de manga larga que me pegue con mi saya roja de salir?

“Ay, mija, préstame los zapaticos esos de tacón cerrados, que me invitaron esta noche a un restaurante muy fino. Tengo un vestido precioso, de mangas largas y todo, pero no tengo los zapatos y mija, me da tremenda pena ir en  sandalias con el frío que hay”

“Óyeme Mercedita, devuélveme el jeans que te presté el año pasado, porque cuando aquello yo tenía otro, pero ahora engordé y no me sirve y niña, ese que te presté, es el único que tengo”

También tomamos té…a la hora que sea. Y este invierno, al fin, comeremos churros de verdad, gracias a los “timbiriches” que florecen en todos lados. Los hay rellenos de chocolate o de leche quemá. “¿De qué lo quieres, mi niño, de limón o con chocolate por dentro y por fuera?” "¡De lo que sea señora, de lo que sea!"

Y así transcurre La Habana en este invierno tropical, entre un viento del norte y la playa; el té con ron; los churros con frijoles negro…y la ropa prestá.



Laura de la Uz



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